¿Sabes qué es la microbiota vaginal?

Microbiota vaginal

¿Sabías que hay una población de microorganismos que protegen tu tracto reproductor? ¿Has oído hablar de la microbiota vaginal? En este artículo voy a contarte lo que no sabías sobre ella, su importancia, dónde se localiza, como se modifica en circunstancias como el embarazo, el postparto o la menopausia; y sobretodo voy a explicarte qué puedes hacer tu para mantenerla en equilibrio.

Te invito a que me acompañes durante las siguientes líneas dónde te explicaré a entender mejor tu anatomía y su funcionamiento, a fin de cuentas, conocer como funciona nuestro cuerpo ayuda a que nos responsabilicemos de nuestra propia salud. ¿Me acompañas?

Anatomía del Tracto Reproductor Femenino

Para empezar vamos a hacer un repaso acerca de la anatomía del tracto reproductor femenino. Debemos distinguir dos partes bien diferenciadas, uno será el tracto reproductor inferior y otra el tracto reproductor superior. 

En la parte inferior tenemos la vulva con los órganos  sexuales que en ella se encuentran: monte de venus, labios externos, labios internos, vestíbulo vaginal, clítoris y bulbo del vestíbulo. Conforme ascendemos hacia el tracto reproductor superior a través de la vagina encontramos el cérvix, el útero, las trompas y ovarios.  Además en el tracto genital inferior tenemos dos glándulas auxiliares: las glándulas vestibulares y parauretrales.

Vulva no es vagina, siendo la vulva la parte anatómicamente visible, suele existir bastante confusión entre las mujeres con esto: la vagina es el espacio existente entre el vestíbulo vaginal y el cérvix. 

La vagina tiene una longitud de unos 8 cm y tiene funciones tanto a nivel sexual y reproductiva como de evacuación del sangrado menstrual, amortiguadora de esfuerzos y bacteriológica como veremos más adelante. Está formada por dos tabiques unidos por una musculatura circular que actúa bajo el control de la noradrenalina y se encuentra más abierta cerca de la zona del cuello y más cerrada en su parte inferior. 

Histológicamente hablando la vagina está conformada por tres capas:

  • Una capa mucosa interna revestida por epitelio estratificado plano no queratinizado. Se encuentra recubierta por varios pliegues, y se alimenta de la submucosa o  lámina propia, mediante de la descomposición de glicógeno a ácido láctico por los bacilos de Doderlein. La lámina propia es un tejido que se une a la capa muscular intermedia y que tiene numerosos vasos sanguíneos. 
  • Una capa muscular intermedia: que como ya hemos visto está formada por tabiques anterior-posterior y latero-lateral, con fibras longitudinales y circulares. El buen tono vaginal favorece un entorno en el que no entre agua ni aire, protegiendo a la población microbiana que allí se encuentre.
  • Una capa adventicia externa: tejido fibroelástico y denso compuesto de numerosos vasos sanguíneos y ricamente inervado.

La diferencia entre vulva y vagina suele producir bastante confusión, siendo la vulva la parte visible y externa del aparato reproductor femenino y vagina la parte interna que comienza en el vestíbulo vaginal y acaba en el cuello uterino. Ambas partes son histológicamente distintas así como lo son en su microbiota.

Qué es la microbiota vaginal

Cuando hablamos de microbiota nos referimos al ecosistema microbiano que coloniza nuestro cuerpo. La microbiota tiene suma importancia sobre nuestra fisiología, siendo única para cada ser humano. Al igual que no hay dos personas iguales, lo mismo ocurre con la microbiota.

La microbiota tiene varias funciones: interacciona con el sistema inmunitario, modula la respuesta inflamatoria, interviene en la absorción de nutrientes, nos protege de potenciales patógenos, influye sobre la absorción de nutrientes e incluso protege al bebé durante la gestación. Se trata de un sistema sofisticado y adaptado que cambia a lo largo de la vida.

La vagina posee más de 200 filos bacterianos siendo los lactobacillus uno de los microorganismos más abundantes, comportándose como protectores del tracto reproductor femenino. Los lactobacillus producen peróxido de hidrógeno y ácido láctico (lo que disminuye el pH vaginal creando un entorno ácido). Además liberan bacteriocinas que a su vez impiden la proliferación de otros microorganismos no deseados.

Los lactobacillus son anaerobios, es decir, crecen en ausencia de oxígeno y por tanto se reproducen por fermentación, de modo que el aumento de la abertura vaginal y la entrada de agua o aire puede producir un desequilibrio en su crecimiento y facilitar que otras bacterias anaerobias facultativas (crecen con o sin oxígeno) proliferen.

El tracto reproductor tiene además una inmunidad innata, reconociendo los patrones moleculares asociados a ciertos patógenos, como son los componentes de la pared celular de algunos microorganismos; de este modo discrimina cuales deben ser eliminados y cuales no. 

Por otro lado, entre el entorno externo y la mucosa encontramos los péptidos antimicrobianos (PAM), moléculas formadas de aminoácidos que son secretados por las células del sistema inmune y que constituyen una barrera protectora. 

Los PAM son capaces de controlar el acceso de microorganismos desde la parte inferior del tracto reproductor a la parte superior y se modifican en función de la microbiota y de las hormonas sexuales.

Todo este complejo entramado es diferente en cada mujer, en cada momento del ciclo y en cada momento de su vida. ¿Increíble verdad?

Existe un trabajo coordinado entre microbiota vaginal y sistema inmune: Existen unas células presentadoras de antígenos que se encuentran en el epitelio vaginal y que hacen que los linfocitos decidan qué hacer con dicho antígeno cuando dichas células se los presentan, entiéndase por tanto cuan importante es cuidar el epitelio vaginal.

Factores que influyen en la microbiota

Cómo hemos dicho la microbiota es única para cada ser, y en el caso de la microbiota vaginal se ve modificada por diferentes circunstancias y eventos  a lo largo de nuestra vida. La microbiota está influida por el clima hormonal. 

Cuando nacemos nos encontramos bajo los efectos estrogénicos de la madre, existiendo  una gran cantidad de lactobacillus en las primeras horas de vida que poco a poco se diluyen y disminuyen hasta la cuarta semana postnatal. Sobre este tema cabe recalcar que la microbiota del recién nacido variará en función de si ha nacido por parto vaginal o por cesárea, al igual que influye posteriormente la lactancia.

Con la pubertad y posterior aparición de la menarquia, el desarrollo de los folículos por la síntesis estrogénica produce un engrosamiento del epitelio vaginal, aumenta la acidez de la vagina al producirse más glucógeno y se incrementa la presencia de la lactobacillus. Al existir una mayor acidificación intravaginal otros microorganismos que no estaban presentes colonizan la vagina, y otros son desechados, como los entéricos.

El ciclo menstrual modifica la microbiota femenina.  En la primera fase del ciclo (fase folicular) predominan los lactobacillus por el ascenso del estradiol. Después, durante la ovulación se produce una caída del pH para permitir la fecundación y no dañar el esperma. Conforme nos acercamos a la menstruación el estrógeno cae, y predomina la progesterona, descendiendo aún más el pH. Cuando baja la menstruación se produce un «barrido de la microbiota», lo que explica porque algunas mujeres tienen más posibilidades de tener picores y sobrecrecimientos bacterianos en la segunda fase del ciclo.

Durante el embarazo la microbiota también se modifica para proteger  tanto al feto como a la madre de microorganismos patógenos y aumentan los lactobacillus sobretodo durante el tercer trimestre. En el postparto disminuye la lubricación vaginal y el clima hormonal es variable en función de si la mujer da o no el pecho. 

Por otro lado, en la menopausia la caída de la síntesis estrogénica produce un adelgazamiento del epitelio, disminución de la lubricación vaginal y de la vascularización de la zona genital. La microbiota se altera aumentando la posibilidad de colonización de bacterias entéricas, resultando en infecciones urinarias y alteraciones dermatológicas

El ciclo menstrual modifica la microbiota vaginal existiendo momentos de mayor vulnerabilidad en los que hay más riesgo de contraer infecciones como durante la ovulación y la segunda fase del ciclo. Sin embargo, la presencia de péptidos antimicrobianos compensa y facilita la "no entrada" de patógenos durante estas fases.
Nuestro organismo es realmente sorprendente.

Consejos para cuidar la microbiota vaginal

Ahora que ya conocemos como nuestros microorganismos trabajan creo que cabe destacar lo que le gusta y no le gusta a nuestra microbiota. En nuestra mano puede estar el realizar cambios o evitar acciones que puedan alterarla con lo que esto supone a nivel inmunitario.

  • No abusar de fármacos: debes tener en cuenta que el uso continuado de antibióticos altera tu población microbiana, así como lo hacen los anticonceptivos hormonales, y en muchos casos el DIU (hay patógenos que se adhieren en su superficie).
  • Evita las duchas vaginales y no laves con jabón tu vulva: tu vagina se limpia sola, no necesita que la laves, de verdad que no. Realiza tu limpieza diaria en la zona de la vulva solo con agua. No uses jabones, ni aunque sean íntimos, estos deben reservarse para el monte de venus y la zona inguinal.
  • No uses salvaslip: produce irritación de la zona genital tanto por la fricción como por la presencia contínua de humedad. No digamos si aún encima lo colocas para pérdidas de orina, ten en cuenta que la orina lleva amoniaco lo que eleva el pH genital y facilita la colonización de microorganismos.
  • Límpiate siempre de delante hacia atrás: evita la presencia de bacterias entéricas en tu vulva y tu vagina limpiando siempre de delante hacia atrás y no al revés.
  • Utiliza ropa interior de algodón: la ropa interior sintética aumenta la temperatura de la zona y produce un efecto oclusivo.
  • Cuida de tu salud intestinal: evita el consumo de procesados, azúcares y  porquerías. Lo que afecta al sistema común de mucosas afecta a tu intestino y afecta a tu vagina. La disbiosis vaginal se conoce como la ruptura del equilibrio de la microbiota, evítala cuidando lo que comes.
  • Evita los tóxicos como el tabaco, el alcohol y el estrés: cuida de tus hábitos, huye de aquello que altere tus genes y modifique la permeabilidad celular.
  • Cuida de tu suelo pélvico: la hiperactividad del suelo pélvico produce alteraciones de la microbiota por disfunción vascular en la musculosa y submucosa. Por otro lado el aumento de la abertura vaginal y la hipotonía del suelo pélvico facilita la entrada de patógenos como las cándidas.
  • Evita el estreñimiento: si tienes estreñimiento debes saber que cuanto más tiempo pasan tus heces ahí dentro mayor sobrecrecimiento bacteriano y más posibilidades de alteración de  tus mucosas tendrás. Por tanto, bebe agua, come fibra, realiza actividad física y acude a Fisio de Suelo Pélvico si tu problema es funcional.
 

Lo mejor que puedes hacer por tu microbiota: cuida tus hábitos, tu alimentación y mantén en forma tu suelo pélvico.

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